

Llega un momento en las relaciones, en las que nos sentimos totalmente desgastados de tantas discusiones de pareja que no nos llevan a nada. Entramos en bucle con los mismos temas, pero no conseguimos resolver y la situación se repite una y otra vez. Y cada vez que discutimos nos hacemos más daño. Y cada vez discutimos por más cosas, y cada vez nos entendemos menos. A veces llegamos a un punto tal que ni nos compensa comunicarnos, “ya sabemos cómo va a acabar”. Así que evitamos las discusiones, bien dando la razón al otro (aunque en un tono irónico, o desde el victimismo), o bien distanciándonos de la persona, tratando de comunicarnos cada vez menos, y en consecuencia, compartiendo cada vez menos cosas con esa persona. Esto hace que la relación se vaya enfriando y cada vez nos distanciemos más.
[bctt tweet=»¿Crees que los conflictos pueden ser un síntoma de salud en las relaciones?» username=»rocioalgarin_»]
Lo primero que hemos de saber es que los conflictos son un síntoma de salud en las relaciones de pareja. Cuando dos personas no discuten nunca, no llegan a conocerse del todo, ya que no se expresan las necesidades de cada uno, cómo se sienten, lo que les molesta, las prioridades… La ausencia de discusiones también puede ser síntoma de que una de las dos personas se está anulando para así evitar la situación de discusión. Si siempre expreso acuerdo a todo lo que el otro dice o hace, aunque realmente no lo sienta así, me anulo como persona, y aunque consiga evitar así las situaciones incómodas de discusión, no me sentiré bien ya que no me daré la oportunidad de expresar mis necesidades, prioridades, valores… También puede ocurrir que uno de los dos sea el que anule al otro (de una forma consciente o inconsciente), para así imponerse sobre el otro.
En una relación es tan importante aceptar y respetar al otro como a uno mismo. Se trata de dos personas diferentes, con necesidades diferentes, con una mochila de experiencias distintas, con circunstancias distintas… No pretendamos ser exactamente iguales: ni es posible, ni es necesario. No se trata de pensar igual, de tener los mismos valores ni prioridades. Se trata de que cada cual tenga las suyas y nos respetemos. Cuando estas son incompatibles, es cuando se hace necesaria la discusión, pero entendida como la expresión de cada uno para conseguir un entendimiento y un consenso al respecto, de manera que ambos cedan y ambos ganen.
Comunicándonos de esta manera comprobarás que la otra persona se mostrará más receptiva a lo que quieres decirle y su reacción será más colaborativa. ¡Te animo a que lo compruebes por ti mismo!
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