

Más del 90% de la población sufrirá, de menor o mayor intensidad y duración, dolor de espalda; y en algunos casos las emociones y el dolor de espalda son factores que pueden ir de la mano. Los pensamientos, los sentimientos, las preocupaciones y el estrés acumulado son capaces de hacer enfermar, y tienen un impacto directo sobre el dolor de espalda. Algunas veces podrían ser el agravante o incluso el origen de la dolencia.
La espalda no sólo se ve afectada por la mala postura, el desgaste óseo o las contracturas. La ansiedad y las emociones también tienen un papel predominante en el desarrollo de las afecciones y, en algunos casos, no sólo sirve aplicar un tratamiento mecanicista, sino que se debe hallar su verdadero origen para poder remediarlo.
[bctt tweet=»Una mala gestión emocional puede acabar produciendo sobrecargas en la espalda.» username=»rocioalgarin_»]
Para poder encontrar el origen del padecimiento, como expone David Ponce en su libro ‘El dolor de espalda y las emociones. Conocerse para curarse’, se debe preguntar al paciente cómo va su vida e invitarle a dar un giro, o ‘’golpe de timón’’, a determinados aspectos o hábitos cuando sea necesario. David, colaborador del Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Sant Cugat (Barcelona) y formador de especialistas, sostiene la necesidad de afrontar estos dolores desde una medicina integral y una visión holística del paciente. Para ello, los expertos realizan una entrevista en profundidad -una anamnesis- y exploración del individuo para hallar el auténtico origen de la dolencia, que puede ser físico o emocional.
Existen diferentes factores que llevan a originar un dolor de espalda. Esto no significa que detrás de toda dolencia haya una emoción que sea la causa principal, sino que puede contribuir a cronificar o agravar la dolencia. Ponce exponía: ‘’Si separamos el dolor de origen traumático -accidentes, el dolor por problemas congénitos de la columna o el que se asocia a patologías graves-, y si se investiga un poco, es posible llegar a encontrar la participación activa de las emociones en el origen y la perpetuación del dolor. A veces, las emociones modifican la manera en que algunas personas viven el dolor de espalda, incluso cuando está producido por una lesión traumática o desviación congénita”.
Cualquier alteración del sistema muscular puede estar asociada a un sentimiento o a una emoción. La ansiedad y el estrés pueden producir que aumente la intensidad del dolor físico. Al liberar adrenalina se produce una mayor tensión muscular; y este hecho puede generar un intenso dolor sin tener ningún problema estructural -hernia discal, escoliosis…-. Además, la postura que adopta cada persona, puede mostrar pistas de cómo piensa y las emociones que experimenta.
[bctt tweet=»El incremento del dolor se puede asociar a determinadas emociones, como el estrés o la ansiedad.» username=»rocioalgarin_»]
En determinadas ocasiones se puede llegar a asociar el dolor a determinadas emociones. Dependiendo del lugar de la dolencia, las causas pueden ser diversas:
Estos dolores se suelen producir por la interconexión de los sistemas nerviosos y motor: el sistema nervioso -neuronas, neurotransmisores, impulsos eléctricos- permite que llegue al tejido muscular el pensamiento en forma de una contracción (algunas veces involuntaria), llegando a los órganos, los músculos, los vasos sanguíneos y la piel. Para el tratamiento del dolor de espalda, además de realizar una revisión o un análisis de los síntomas patológicos, también deben medirse sus síntomas clínicos.
Desde el enfoque clínico o integral, el médico indagará acerca del origen del problema e intentará averiguar si son las emociones las causantes o agravantes. Complementar los tratamientos manuales y los consejos de los especialistas con los con cambios en los hábitos de vida como: comer más sano, hacer deporte, descansar… son útiles y beneficios para el tratamiento del dolor. En diversas ocasiones, esa dolencia muscular en la espalda puede ocultar problemas sociales, familiares, económicos, de pareja, de personalidad… que puede que el especialista no detecte hasta realizadas varias sesiones. Es favorable, por tanto, expresar y ser conscientes de estas preocupaciones, y en algunos casos puede ser necesaria la ayuda de un psicólogo o psicoterapeuta.
Es recomendable, en cualquier caso, no banalizar las influencias de las emociones y los sentimientos en el dolor de espalda; es adecuado tenerlo en cuenta y hacer partícipe al enfermo para su tratamiento y curación. El dolor de espalda es un problema que es conveniente aprender a tratar, con la ayuda y los consejos de los médicos y especialistas, para llevar una vida relajada y saludable.
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