

Es normal que lo largo de las relaciones se atraviese por momentos de crisis, durante los cuales la pareja se plantee si su historia de amor puede continuar o ha llegado a su fin. Con el tiempo es normal que los deseos, las necesidades, las prioridades y los sentimientos cambien, y en momentos de crisis puede que estos cambios den lugar a desentendidos, angustias y confusiones dentro de la pareja.
La manera en la que cada miembro de la pareja afronte esta situación de crisis -debido a su personalidad, su habilidad para manejar los conflictos, la madurez emocional,…- hará que la perciba como una crisis más en la relación o el final de ésta. Ante estos dilemas, la asistencia de un experto puede ayudar a clarificar, y el amor siempre será el elemento principal para buscar una solución (aunque no el único a tener en cuenta).
[bctt tweet=»¿Es el final de mi relación o solo es una crisis de pareja? » username=»rocioalgarin_»]
No es fácil decidir cuándo una relación llega a su fin, y no existe un criterio fijo que determine que ha llegado a su punto final. Dependiendo de la duración, de circunstancias y afectados que se impliquen en esa crisis –los hijos son la causa principal de que una pareja siga conviviendo aunque sufra una fuerte crisis de pareja-, más complicada se puede convertir la decisión de terminar con el nexo de unión.
La incompatibilidad de caracteres, el disentimiento de la pareja y el momento en el que los dos miembros dejan de aportar a la pareja –ya sea afectividad, emoción, e incluso deseo sexual- son los puntos de inflexión en el que la pareja puede empezar a realizar cambios para que la relación no termine.
Se producen numerosos problemas para reconocer que se está atravesando una etapa de crisis; ya que la pareja se puede encontrar inmersa en un mar de sentimientos y emociones -como el miedo al cambio, para plantearse seguir adelante y modificar ciertos aspectos, o iniciar definitivamente la separación- y es complicado serenarse para realizar una reflexión, y analizar de manera objetiva en qué punto se encuentra la relación.
Siempre será un factor indiscutible la forma en que se afronte la crisis y cómo se comporten los miembros de la pareja, en función de los factores que conformen el nexo de unión entre ambos y la actitud que tome cada uno ante la situación, la relación se verá fortalecida o debilitada; llegando a una separación si definitivamente ese nexo se rompe. Pueden surgir muchas preguntas a lo largo de ese proceso («¿Sigo teniendo confianza en mi pareja? ¿Puede seguir mi relación mediante el compromiso de mejorar? ¿Le sigo amando o es sólo cariño, comodidad y miedo a afrontar los cambios que supondría la separación o a quedarme solo/a?’’) y las respuestas a esas preguntas pueden ayudarnos a tomar una decisión.
[bctt tweet=»Con estos consejos y habilidades podemos ayudar a restablecer una crisis en la pareja. » username=»rocioalgarin_»]
Si los conflictos tras el proceso de reflexión no encuentran solución, no es conveniente dramatizar una separación. No se ha roto nuestra vida personal, se ha terminado la relación de pareja, y puede ser el momento de afrontar y arriesgar en los cambios para empezar una nueva etapa y permitirnos volver a sentirnos felices. Podemos pedir ayuda a profesionales y amigos para que nos acompañen en este proceso. Es una etapa difícil que pasará; no nos compensa aferrarnos al pasado. Como toda pérdida, pasaremos una serie de fases –dolor, llanto, desconsuelo,… – pero es honesto y comprensivo asumirlas y continuar. No todo es negativo, es bueno reflexionar y hacer un balance autocritico (‘’en qué fallamos, como fue la relación’’,…) y aprender de los errores cometidos. Sobre todo, es provechoso recordar lo bueno que la relación nos ha regalado, saber perdonar y seguir adelante sin ira, para poder abrir un nuevo capítulo en nuestra vida.
Es importante recordar, en esos momentos de crisis, que no sólo se separan dos personas, a veces una familia con hijos, todo un entramado de relaciones y amigos, de dependencias económicas. Puede ser necesaria la ayuda de un especialista si la pareja encuentra dificultades que impiden que la relación prospere, para desbloquear la situación y habilitar espacios para la reflexión y el entendimiento. La terapia propiciará un equilibrio y establecerá un protocolo para ayudar a la pareja a decidir lo que es mejor para ambos.
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