

“No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis, se supera a si mismo sin quedar superado.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”
(Albert Einstein)
“La crisis es un estado de cosas en que es inminente un cambio, en un sentido o en otro” (Webster)
“No es posible lograr ningún cambio sin crisis pero es posible sufrir una crisis que no de como resultado un cambio. Hay crisis cuando una tensión afecta a un sistema y requiere un cambio que se aparta del repertorio habitual del sistema” (Pittman)
La palabra crisis, según un proverbio chino y como ya habrán oído muchas veces, conlleva un doble significado: por una parte “peligro” y por otra “oportunidad”. Lo peligroso y lo duro de una crisis es que los recursos, las defensas, las estrategias, las capacidades, las conductas, las visiones puestas en juego hasta el momento y que resultaban útiles ya no sirven como antes … las seguridades se hacen añicos y durante un período de tiempo aumenta la ansiedad, el miedo, la tristeza, la agresividad, la confusión, el aislamiento. Pero como decía un doctor, “la necesidad crea el órgano”. Y precisamente la contrapartida de la crisis es la “oportunidad” de crear, porque, a partir de allí y como mecanismo de supervivencia, podemos poner en marcha nuevas capacidades, nuevas visiones, nuevas estrategias, nuevas reacciones, nuevos vínculos… este proceso de defensa ante la crisis, a la larga y en la mayoría de los casos, conlleva un proceso de crecimiento, de maduración personal. Es desde esta perspectiva constructiva desde donde podemos decir que “a las crisis, con el tiempo, hay que darles comisión o invitarlas a cenar”. La crisis es inmanente al ser humano.
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